3 condiciones fundamentales para el cambio terapéutico

El enfoque de la consejería centrada en la persona fue establecido en la década de 1940 por el psicólogo humanista Carl Rogers. El objetivo de una terapia centrada en la persona es crear las condiciones necesarias para que los clientes se involucren en una autoexploración significativa de sus sentimientos, creencias, comportamiento y cosmovisión, y para ayudar a los clientes en su proceso de crecimiento, permitiéndoles afrontar la situación actual y problemas futuros.

Un concepto importante de este enfoque es que las personas son, en general, dignas de confianza, ingeniosas, capaces de entenderse a sí mismas y de dirigirse a sí mismas, de realizar cambios constructivos y de llevar una vida eficaz y productiva. Otro concepto clave es que las actitudes y características del terapeuta, y la calidad de la relación cliente-terapeuta son los principales determinantes del resultado del proceso terapéutico.

Rogers sostiene que los terapeutas deben tener tres atributos para crear un clima que promueve el crecimiento en el que las personas pueden avanzar y volverse capaces de convertirse en su verdadero yo: (1) congruencia (autenticidad o realidad), (2) consideración positiva incondicional (aceptación y afecto) y (3) comprensión empática precisa ( la capacidad de captar profundamente el mundo subjetivo de otra persona).

1. CONGRUENCIA (GENUINIDAD)
Congruencia se refiere a que el terapeuta sea real, auténtico y genuino con sus clientes. Se llama congruencia porque su experiencia interior y su expresión exterior coinciden. Al ser auténtico, el terapeuta demuestra que es digno de confianza, lo que ayuda a construir una buena relación terapéutica con el cliente. También sirve como modelo para los clientes, animándolos a ser ellos mismos, expresando sus pensamientos y sentimientos, sin ningún tipo de fachada falsa.

2. ACEPTACIÓN Y ACEPTACIÓN POSITIVA INCONDICIONAL
La consideración positiva incondicional significa que el terapeuta se preocupa genuinamente por sus clientes y no evalúa ni juzga sus pensamientos, sentimientos o comportamientos como buenos o malos. Cada cliente es aceptado y valorado por lo que es, tal como es, sin estipulación. Los clientes no deben temer el juicio o el rechazo del terapeuta.

3. ENTENDIMIENTO EMPÁTICO PRECISO
El entendimiento empático preciso significa que el terapeuta comprende la experiencia y los sentimientos de su cliente de una manera precisa y compasiva. El terapeuta reconoce que la experiencia de cada cliente es subjetiva y, por lo tanto, se esfuerza por ver las cosas desde la perspectiva única del cliente. Una parte importante de la comprensión empática precisa es que el terapeuta transmita que «lo entienden» reflejándoles la experiencia del cliente. Esto anima a los clientes a ser más reflexivos consigo mismos, lo que permite una mayor comprensión de sí mismos.

Si alguna vez ha tenido una experiencia en la que sintió que alguien realmente lo atrapó … entendió completamente de dónde venía, o podría realmente identificarse con la forma en que se sentía, eso es una comprensión empática precisa. p> Rogers afirma que la empatía ayuda a los clientes (1) a prestar atención y valorar su experiencia; (2) ver experiencias anteriores de nuevas formas; (3) modificar sus percepciones de sí mismos, los demás y el mundo; y (4) aumentar su confianza al tomar decisiones y seguir un curso de acción. Jeanne Watson (2002) afirma que 60 años de investigación han demostrado consistentemente que la empatía es el determinante más poderoso del progreso del cliente en la terapia. Ella lo expresa de esta manera:

«Los terapeutas deben ser capaces de estar en sintonía con sus clientes y comprenderlos tanto emocional como cognitivamente. Cuando la empatía opera en los tres niveles, interpersonal, cognitivo y afectivo, es una de las herramientas más poderosas que los terapeutas tienen a su disposición ”.

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