Las personas que experimentan un trauma severo, quemadura o shock a menudo pierden una cantidad significativa de volumen sanguíneo y se agotan muchos electrolitos necesarios. Los electrolitos son minerales que ayudan a equilibrar la cantidad de agua, nutrientes y nivel de pH dentro del cuerpo. En esta situación, una transfusión de plasma puede proporcionar el volumen de sangre necesario para restablecer la presión arterial y el estado de volumen, así como restablecer los niveles de electrolitos.
Además, es posible que las personas con enfermedad hepática o deficiencia de factores de coagulación no tienen las sustancias adecuadas en la sangre para permitir que la sangre se coagule normalmente. Siempre que una persona tiene un corte o una lesión, estos factores de coagulación aseguran que no pierda demasiada sangre. Las donaciones de plasma garantizan que estas personas puedan recibir una transfusión de plasma para complementar la capacidad de coagulación de su cuerpo y evitar que se produzca un sangrado excesivo. Finalmente, los niños y adultos con cáncer a veces experimentan complicaciones en las que su cuerpo ha agotado todos sus factores de coagulación naturales. En los casos de este trastorno, llamado coagulación intravascular diseminada (CID), las transfusiones de plasma fresco congelado pueden ser críticas.