Flexibilización cuantitativa (QE), un conjunto de políticas monetarias no convencionales que puede implementar un banco central para aumentar la oferta monetaria en una economía. Las políticas de flexibilización cuantitativa (QE) incluyen compras de activos por parte del banco central como bonos del gobierno (ver deuda pública) y otros valores, programas de préstamos directos y programas diseñados para mejorar las condiciones crediticias. El objetivo de las políticas de QE es impulsar la actividad económica proporcionando liquidez al sistema financiero. Por esa razón, las políticas de QE se consideran políticas monetarias expansivas.
El principal instrumento de política que utilizan los bancos centrales modernos es una tasa de interés a corto plazo que pueden controlar. Por ejemplo, el Banco de la Reserva Federal (Fed), el banco central de los Estados Unidos, usa la tasa de fondos federales como su instrumento para llevar a cabo la política monetaria. La Fed reduce la tasa de fondos federales durante tiempos de dificultades económicas, como las recesiones. La tasa de fondos federales más baja ayuda a reducir otras tasas de interés y permite a los bancos y otras instituciones crediticias ofrecer préstamos a un interés relativamente bajo a consumidores y empresas. Eso tiene el efecto de impulsar la actividad económica, ya que el crédito más barato facilita que los consumidores y las empresas realicen compras.
Los bancos centrales adoptan políticas de QE en situaciones en las que ajustar la tasa de interés a corto plazo ya no es efectivo —Principalmente porque se ha acercado a cero— o cuando los bancos ven la necesidad de darle un impulso adicional a la economía. A principios de la década de 1990, cuando las tasas de interés a corto plazo habían alcanzado casi cero después de numerosas reducciones consecutivas, el banco central de Japón optó por prestar dinero directamente a los bancos para proporcionarles la liquidez necesaria para otorgar préstamos en un esfuerzo por combatir el estancamiento económico que aqueja al país. De manera similar, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra inyectaron a sus sistemas bancarios miles de millones de dólares en préstamos directos y compras de activos para evitar su colapso después de la crisis financiera de 2007-08. La Fed también implementó varios programas de QE para mitigar la crisis, incluidas las compras de valores respaldados por hipotecas y bonos del gobierno de instituciones financieras. Entre 2008 y 2014, la Fed compró bonos por valor de 3,7 billones de dólares en el mercado, lo que aumentó ocho veces sus tenencias de bonos durante el período.
Un inconveniente de las políticas de QE es que su uso excesivo puede provocar un aumento de la inflación, si la amplia liquidez se traduce en demasiados préstamos y demasiadas compras, lo que ejerce una presión alcista sobre los precios. Por esa razón, los bancos centrales tienden a recurrir a políticas de QE con relativa poca frecuencia y, en general, tratan de mantener un delicado equilibrio entre ayudar al sistema financiero cuando necesita efectivo y protegerse de posibles presiones inflacionarias.