CIUDAD DE MÉXICO.- Lo sabemos todos los mexicanos: el 5 de mayo se celebra la derrota del ejército francés a manos de México en la ciudad de Puebla, pero… realmente de ser un suceso histórico no pasa. Para nosotros no es un festejo tan relevante como la Independencia o la Revolución; sin embargo, para los estadounidenses es todo lo contrario: una gran fiesta.
¿Por qué?
Aunque algunos estadounidenses se han dejado llevar por los sombreros, el tequila y demás clichés sobre México y creen que festejan la independencia de su país vecino, lo cierto es que la celebración de esta fecha en Estados Unidos tiene orígenes muy profundos y antiguos.
El 5 de mayo de 1862, 4500 mexicanos se enfrentaron contra 6500 soldados franceses. El resultado fue victorioso para México y, Benito Juárez entonces presidente de México, declaró esa fecha como feriado nacional, sentimiento que creció aún más al tratarse de un país con apenas unas décadas de existencia y con un ejército poco preparado.
Pero esa no es la razón por la que Estados Unidos lo celebra.
De hecho, Ignacio Zaragoza, el personaje histórico que más se relaciona con la batalla de Puebla, nació en Texas 1829 cuando todavía era parte de México, antes de que se cediera ese territorio y otros más en el tratado Guadalupe-Hidalgo de 1848.
Así que, por decirlo de alguna forma, Zaragoza fue mexicano y también estadounidense, lo cual nos lleva al siguiente punto: Zaragoza fue un personaje chicano.
Los chicanos de aquel tiempo (luego de 1848) trataban de conservar vínculos con lo mexicano, así que acudieron al evento más reciente en la historia y se identificaron con uno de sus personajes clave (Zaragoza), así que tomaron esa fecha para celebrar la identidad mexicana.
¿Por qué? La cuestión es simple: el 5 de mayo reunió todas las características para aquella época: significaba reafirmarse en contra de una potencia porque, por una parte, los hacía olvidar que Estados Unidos había tomado parte del territorio mexicano al que pertenecían y también festejaba la derrota de Francia.
A Estados Unidos esto le venía bien dentro de su política del «Buen Vecino”, la cual pretendía aliviar tensiones con sus vecinos latinoamericanos, así que Francia se convirtió en un enemigo en común, por lo que mediante la conmemoración del 5 de mayo se lograron reforzar las relaciones entre México y Estados Unidos.
Ya a mediados del siglo XX las comunidades chicanas comenzaron a cambiar el significado del 5 de mayo. Primero empezó como una celebración del nacionalismo mexicano y después se transformó en una fiesta que impulsaba una identidad bicultural. Para ellos, era el pretexto ideal para hablar de la lucha contra la imposición de identidades.
En medio de todo esto, en la década de los 60 del siglo pasado las manifestaciones por los derechos de los chicanos surgieron por todo el sur de Estados Unidos. Al igual que lo hicieron las comunidades afroamericanas, los chicanos también buscaban derechos civiles y sociales y el 5 de mayo tomó aún más poder como medio para exponer los valores de la comunidad chicana y el orgullo de serlo, además de la lucha social.
Eventualmente el 5 de mayo se transformó en una celebración llena de mercadotecnia e ideas un tanto falsas en una parte de la sociedad donde se explotaba y se explota todo cliché mexicano, pero, en resumen, el 5 mayo es una celebración fronteriza desde sus orígenes y ciudades como Los Angeles, Chicago, San José, y Houston, son las que más lo celebran (y quizá con mayor conciencia).
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