Los síntomas del trastorno de personalidad dependiente incluyen principalmente una necesidad prolongada de que se cuide a la persona y el miedo a ser abandonada o separada de personas importantes en su vida. Esto lleva a la persona a participar en conductas dependientes y sumisas diseñadas para provocar conductas de cuidado en los demás. El comportamiento dependiente puede verse como «apegado» o «aferrado» a los demás, porque la persona teme que no puede vivir su vida sin la ayuda de los demás.
Los individuos con trastorno de personalidad dependiente a menudo son caracterizados por el pesimismo y la inseguridad, tienden a menospreciar sus habilidades y activos, y pueden referirse constantemente a sí mismos como «estúpidos». Toman la crítica y la desaprobación como prueba de su inutilidad y pierden la fe en sí mismos. Pueden buscar la sobreprotección y el dominio de los demás. Las actividades regulares de la vida diaria pueden verse afectadas si se requiere una iniciativa independiente. Pueden evitar puestos de responsabilidad y volverse ansiosos cuando se enfrentan Las relaciones sociales tienden a limitarse a aquellas pocas personas de las que el individuo depende.
Las enfermedades físicas crónicas o el trastorno de ansiedad por separación en la infancia o la adolescencia pueden predisponer a un individuo al desarrollo del trastorno de personalidad dependiente.
Un trastorno de la personalidad es un patrón duradero de experiencia y comportamiento internos que se desvía de la norma de la cultura del individuo. El patrón se observa en dos o más de las siguientes áreas: cognición, afecto, funcionamiento interpersonal o Control de impulsos. El patrón perdurable es inflexible y omnipresente en una amplia gama de situaciones personales y sociales. No puede angustiarse o impedirse en el trabajo social, u otras áreas de funcionamiento. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio se remonta a la edad adulta temprana o la adolescencia.